A Juan Antonio Calise lo conocí en Mendoza, el día que cumplí 46 años. Lo había conocido Ludovica (mi pareja) unos días antes y lo había invitado a venir a casa. Recuerdo que estaba preparando un
asado cuando él llegó, y antes de darle la mano para saludarlo le serví un vaso de vino malbec. Inmediatamente congeniamos. Era brillante en todos los sentidos. Inteligente, culto, sensible,
aventurero, refinado, afectivo, humilde, diferente. Uno de los tipos más entrañables que he conocido.
Una tarde de 2007 decidió irse de este mundo.
Familiares y amigos despedimos sus cenizas en el río Mendoza.
A continuación se puede leer una semblanza de su madre, y varios escritos del cuaderno personal de Juan Antonio.
El recuerdo es salud.
A. Crimi
Me voy y no sé adónde es que parto.
Este viaje lo hago sin irme, dentro
de un aula de hule, en una universidad
de presidiarios. Escapo como el alcanfor,
convirtiéndome en vapor. Se alejan mis
humores, mis ojos se dejan cerrar,
es el impulso del sueño que intenta
que sueñe y me propone un cansancio
absoluto, es decir, uno que resista
los embates de la risa, el alcohol y
los amigos, para que no pueda
reaccionar ya más.
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De dónde se desprende tanta palabra!
y tanta palabra alegre, dolorida, reumática;
de dónde se desprende tanta destrucción
y en la misma bandeja tanta creación,
esta ilusión que nos pretendemos.
O no se nos desprende…
sino que se nos prende!
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Las ilusiones son como espejos que brotan
de la tierra y corren el riesgo de quebrarse
y no ser mas que pequeños cristales
que ya no reflejan sino que encandilan.
¡Ay de los que el destino les ha dotado de
ojos demasiado sensibles a tanto vidrio incandescente!
Una llama incandescente llegaremos a ser,
y quien busque nuestras cenizas no encontrará
mas que quemaduras en su piel.
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No vamos ni venimos, simplemente
nos encendemos y agotamos.
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Será que los destinos individuales de cada ser
son siempre tan imprecisos,
tan fácilmente olvidables.
Hay algo que escapándose y oculto en las
tinieblas del día no puedo dejar de reconocer.
Hay algo nefasto recorriendo mi cuerpo,
no es nicotina, ni yagé; es tal vez
un deseo o una superstición, un misterio
indescifrable intentando una angustia amarga.
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Pensar la existencia de Dios es tan terrible
como pensar su ausencia. Lo primero
le hace a uno anhelar la muerte
(al menos al nostálgico). Y lo segundo,
a rechazarla ferozmente, como la alegre
crueldad de aquellos que experimentan al vivir
una insatisfacción infinita.
Cuando el éxtasis se oculta, una ceguera
abismal empaña nuestro espíritu.
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La razón de nuestro destino se desvanece
cuando se encuentra cara a cara con el
sinsentido que acecha en las esquinas.
Será cierto que todo es mentira?
Hay sombras ocultando bellamente una luz
o un algo al final de cada muerte, de cada
misterio. Es esa misma belleza la que nos lleva
a desear salvajemente su destrucción.
Es ese amor anhelado el que nos impulsa a
dar un paso más allá, más allá de todo,
más allá hacia la muerte, para luego despertar
duramente algunos escasos segundos en paz
con ella, sin miedos, y rebosantes de alegría,
ante esa fugaz visión de tanto vacío que
estamos hechos.
Y luego perfidia, solo perfidia.
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INCOMUNICACION
Si pudiera encontrar las palabras justas,
si todo se resumiera en una palabra.
Es demasiado duro, demasiado triste que
una palabra te acorrale; es diferente.
La palabra me desespera, la quiero,
la odio, la detesto, me dan ganas
de poder profanarla; siento vergüenza,
la culpa no me deja dormir y el insomnio
se apodera de mí.
Y la respeto… la cobijo, pero tengo la
seguridad de que en realidad ella me
cobija a mi… y yo frágil, me someto.
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Las atmósferas se subvierten en mundos
de particularidades callosas.
Un punto se asemeja más a la eternidad,
y lo eterno mismo no es más que puro azar.
El destino con toda la dulzura de la fortuna
infinitamente perdida en un juego de cartas
sin manos que repartan, se presentifica
omnipotente, en cada punto con forma de callo,
por siempre limado y vuelto a limar.
El mundo desaparece, las atmósferas elevan
anclas, encallan, se mezclan, giran
hasta desvanecer.
Cuerpo fugitivo-cuerpo carne
La vida termina cuando el punto
se vuelve tramo. Aún así la carne
camina, el bicho la pica. Punto aparte.
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LÁGRIMAS
¡Ahí vienen! No se dejan ver
las puedo sin embargo mirar;
lo sé porque me sienten.
No se dejan estar
no se dejan caer;
han pasado por mi rostro ya
me han herido al pasar.
Aun así, las siento cascabelear,
las siento llegar.
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¡Mueran otra vez!
¡Déjenme en paz!
¡Malditos están!
¡No me hagan odiarlos!
¡Malditos están!
¡Sé lo que son!
Fantasmas sin domar,
sombras por llegar, sombras por andar.
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Marchitas las margaritas, ni la razón queda.
El gusto amargo del sol,
la sombra espesa del alma,
la sonrisa hipócrita del corazón,
el cuerpo mercenario de la realidad.
Todo se desvanece al pasar el color
de lo marchito por los pétalos del amor.
El gris cansancio, el orden del caos,
se asemejan al velo pesado de la
belleza desvanecida.
Entre suspiros y anhelos
me dejo,
pobre,
solo,
inmóvil,
sombrío.
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Arbustos inconscientes, laberintos filosos,
el resplandor estático del amanecer.
Colores lustrosos, las nubes se encargan
de protegerlos de la eternidad de las 7pm.
Cascadas de afecto sin realizar,
una muerte menos, consuelo que atormenta.
Vacío el canal a chapotear sin parar,
que el caudal detenido trae la dicha angelical
y te sustrae del tiempo de amar y de odiar.
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LA PALABRA
Hoy es uno de esos estados, una atmósfera conocida.
Toda palabra suena petulante, cada sonido
asquerosamente lineal.
Empero, pero, acaso, algún martirio acosador,
carne roja desbastándose, por cosas sufridas,
pedantes, castigantes y gigantes.
Perdido así estuve recién marchando veloz,
el miedo a mi lado, mirándome a la cara,
clavándome despiadadamente su verdad soñada.
Con ellas a mi lado, dejándome asolado
en esa mudez, ese vaivén, con esta estrechez,
solo y sola me ha dejado, sin dejarme escuchar
ni decir con cándida voz febril, esa potencia pueril.
Estas son solo vergüenza, solo mentir, solo el
desecho real y material, prefabricada de
conciencia infantil, esbozo de una posible
perdición en la soledad oscura del porvenir
pleno de sentido, sin sentir amor, siempre.
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Sé que sólo abrazo una cascara de nuez podrida por dentro.
Sé que nunca entenderás aunque caricias te ablanden.
Sé que te pierdo a cada momento
a pesar de que crees conquistarme.
Esa sonrisa no llegará, tu mirada no hablará,
y si me quiebro entera ante tí, sé que sólo conseguiré
un instante más, una sonrisa torcida, un vacío destellar
de tu mirada perdida al garchar.
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Dudo que algo se pueda decir. No es que no haya dicho nada,
simplemente he intentado arduamente decir demasiado,
advirtiendo solapadamente lo mucho de lo vanal de mis intentos.
Todo está dicho de antemano y no hay nada que hacer.
El contenido es la peor de las ilusiones, sólo las formas
estéticas y artísticas valen de ser profundizadas.
¿Qué puedo decir de la ayahuasca que no traicione la experiencia,
o que no trate de convencer de que en última instancia es medicinal,
terapéutica, hedonista, vivificante, afrodisíaca…?
¿Es que acaso no es medicinal ni terapéutica?
No, es todo y nada a la vez. Es toda la sangre de la humanidad,
con sus vetas y colores, los del cosmos entero, la sangre de los animales,
de los alienígenas y la sangre seca de las rocas y montañas.
Es la sangre eléctrica de un átomo y la sangre camaleónica del HIV.
Contiene todas las sabidurías del universo, y sin embargo
no se atreve a ser; no dice nada, ni se desdice, ni escribe, ni habla.
Se oculta infinitamente de ilusión en ilusión, de rostro en rostro.
Sin dejarse ser, sin limitarse; sólo gozando de lo ingozable,
de lo prohibido, de lo cercano, de lo más cercano.
PARA VOS JUAN, MI HIJO Y MI GUÍA
Por Silvina Jardel
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Duele el simple respirar, las palabras que no fueron,
y las dichas que no debieron ser, lo más simple,
el cocinar, tener hambre, el seguir, vivir…
Tanto amor, y a la vez tanto sufrimiento escondido
ahí dentro, todo el tiempo.
Me sostiene lo que fuiste, intentando la esperanza
cada día, repartiendo tu alegría en cada vida,
Buscando el amor puro, eso que eras, lo sabías?
en cada uno y en cada tierra compartida.
Desechando el conformarnos, lo mediocre, la perfidia,
el resignarnos o regodearnos en lo vano, tan humano!
Dispusiste no seguir en este cuento, buscar otro camino
y la calma en algún sitio; y la libertad tan deseada,
sin fronteras de ningún tipo.
Ojalá que en el fin de tu desespero, hayas partido
a ese inicio muy tranquilo, encontrando la luz que
te guiará hacia la PAZ, final ansiado, que te has
ganado por tus sinceros desvelos terrenos.
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Cada uno es una locura diferente y única;
mendigando amor, sin adentrarnos, luchando
necia y superficialmente en el intento.
Vamos como avanzando, saltando, retrocediendo
niveles, como encerrados en un juego,
en estas cáscaras que somos, en esto que vemos,
sin ver ni atender al que observa dentro nuestro.
Actuando bien y mal, vamos dejando estela;
huellas profundas en nosotros y otros;
absorbiendo y destellando chispas a cada paso,
queriendo a veces mejorar algo,
penitenciando al perverso mago
y buscando al viejo sabio.
Dificil se hace marchar tan a destiempo,
recayendo en el olvido y en el reclamo,
esperando que finalmente el amor nos atrape
y no nos suelte, ni soltarlo!
Comprender más y mejor y desear el cambio
llevará a comenzar a practicarlo?
Despertando finalmente, y tal vez juntos
al unísono, norte, sur, este y oeste
haciendo un click, el primer paso podamos dar,
sujetando al ego, y al amor desatar!